
Devenires del cuerpo en la danza butoh
Una anciana de mil años saboreando un caramelo. Un vacío al que te arrojas sin prejuicio ni lamento. Una semilla floreciendo y echando raíz bajo la tierra. Mientras los huesos se dislocan, de la oreja izquierda crece un diente de león. Un caer que crea su propio abismo, para desaparecer adentro. Un carboncillo dibujando en el espacio, luego el cuerpo mismo siendo el lienzo sobre el que dibuja un carboncillo. Un idiota abrazado por el vuelo de las mariposas. Un trozo de mármol que se agrieta. Un caminar sobre una línea quebradiza, descubriendo en cada forma el borde del caos. Un ser sin rostro, sin identidad ni cultura: solo una transparencia en quietud habitada por la luz. Una momia de miles de años dormitando en una vasija de cerámica. Un ser atravesado por miles de flechas que deviene en puercoespín, luego cada una de sus púas se vuelven pasto. Un alga que se transparenta. Una montaña con grietas, cuevas y derrumbes. Luego, una versión miniatura de ti que entra por tu boca e ilumina el interior de tu cuerpo con su antorcha. Una flecha que se clava a sí misma, y se incendia. Un palito hueco de madera por el que pasa la luz. La piel de un cocodrilo que se quema bajo el sol. Una polilla que se inmola. Una hoja de papel que se dobla, que forma la figura de un Cristo en la cruz, y que se incendia desde las orillas… La humedad de una casa abrazando amorosamente al muro. Una hoja de papel que se pliega sobre sí misma. Cientos de migajas de pan esparcidas sobre una mesa; aunque en quietud, presencia. Estampitas religiosas. Cristos de papel. Dos secretos en las manos; una vieja cosechando tu cuerpo de arroz… De imágenes sagradas a pequeños demonios. Suspender del hilo de una telaraña en el abismo. Un esqueleto con huesos de pan. Un insecto de barro devorando a su presa. Una espiral que se enreda en sí misma; ramas secas de un árbol; diosa-serpiente de dos cabezas Un pájaro enjaulado; una manzana podrida sobre la mesa; Una caída sobre uno mismo. Una diosa escupiendo magma.